miércoles, 11 de junio de 2008

Grupo antes que equipo

Trabajo en equipo; otro de los conceptos estrella en el mundo de la gestión. Basta con poner en el google “trabajo en equipo” y verá cuantas páginas salen al respecto y cuantos cursos de formación se imparten. También existe una creencia generalizada según la cual todo lo que se derive del trabajo en equipo solo puede ser beneficioso, llevando a algunos mandos a creer casi de forma dogmática en el trabajo en equipo sin caer en la cuenta, por simple desconocimiento, que es necesario gestionar los posibles efectos negativos que pueden darse, que los hay.

Pero ¿qué es eso de un equipo?. Seguro que le sugiere algo parecido a un grupo de personas que hacen algo juntos y la verdad es que, aunque aparentemente sencillo, no es más que eso. “Aparentemente” porque hay aspectos a profundizar en esa frase; ¿qué es un grupo?, y ¿qué es eso de hacer algo juntos?.

Lo fundamental que tiene que ocurrir para que un conjunto de personas se constituyan en un grupo es la creencia compartida de “somos un grupo” y si eso no existe, lo demás sobra. Lo segundo es que exista algún grado de actividad coordinada, y es aquí donde empieza todo lo relativo al “trabajo en equipo”: El grado y cualidad de relaciones que se establezca en la acción grupal coordinada es lo que definirá mi equipo pero recordemos que antes de eso está la formación del grupo.

No podemos olvidar que la formación del grupo ha sido un gran aliado en nuestra supervivencia como especie, y no sería extraño que en lo más profundo de nosotros tengamos algún tipo de mecanismo que nos ayude en esa tarea. Parece que el proceso psicológico básico que subyace a la formación de grupo es la categorización, y es tan potente que determina nuestra forma de percibir al mundo, de percibir a los demás y tiene una profunda influencia sobre nuestra conducta individual.

Veamos algunas posibles consecuencias sobre la conducta individual.

Una vez que se constituye un grupo es posible observar conductas grupales tan interesantes como la “ilusión de invulnerabilidad” en las que los miembros del grupo llegan a creer que nada malo les podrá ocurrir mientras sigan juntos (en algunos casos puede llegar a constituir alguna forma de tomas de decisiones temerarias), o la “racionalización” que induce a saltarse el análisis detenido y cuidadoso de los problemas que afectan al grupo y a sustituirlo por justificaciones resultado de la expresión de los deseos y motivaciones de la mayoría de los miembros del grupo.

Otro efecto interesante es una “fuerte presión hacia la uniformidad”, que se traduce en un rechazo frontal de las críticas dirigidas por algunos miembros al procedimiento seguido para alcanzar la decisión grupal, o que lleva a la supresión directa de la posibilidad de que los miembros del grupo expresen dudas o reservas sobre la forma de actuar de la mayoría grupal.

Existen muchos otros efectos que se puede relacionar con el principio básico de categorización y que explican muchas de las conductas que se dan a su alrededor. Estas conductas pueden ser beneficiosas o incluir aspectos muy poco deseables, y lo cierto es que no es algo que pueda pasar por alto si tiene responsabilidad sobre algún tipo de grupo.

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